Arquitectura
La arquitectura británica se caracteriza por la combinación ecléctica de distintos estilos arquitectónicos, variando desde aquellos que se encontraban antes de la creación del país, como la arquitectura romana, hasta la arquitectura contemporánea del siglo XXI. Irlanda del Norte, Escocia y Gales desarrollaron estilos arquitectónicos únicos y jugaron papeles importantes en la historia de la arquitectura mundial. Aunque existen estructuras prehistóricas y clásicas en las islas Británicas, la historia de la arquitectura británica comienza con las primeras iglesias anglosajonas, construidas poco después de la llegada de Agustín de Canterbury a Gran Bretaña en el año 597. Desde el siglo XII, la arquitectura normanda se esparció en Gran Bretaña e Irlanda, en forma de castillos e iglesias para ayudar a imponer la autoridad normanda en sus dominios. La arquitectura gótica inglesa, que floreció entre 1189 y 1520, fue traída desde Francia, pero rápidamente desarrolló sus propias características.
Por todo el país, la arquitectura medieval secular se desarrolló en forma de castillos, la mayoría de ellos se encuentra cerca de la frontera entre Inglaterra y Escocia, y datan del siglo XVI, la época de las guerras de independencia de Escocia. La invención de las armas de fuego y el cañón hicieron a los castillos inútiles y el renacimiento inglés dio paso al desarrollo de nuevos estilos artísticos para la arquitectura nacional: el estilo Tudor, el barroco inglés y el palladianismo. La arquitectura georgiana y neoclásica avanzaron después de la Ilustración Escocesa y a partir de la década de 1930 aparecieron varios estilos modernistas. Sin embargo, la lucha por la conservación de las antiguas estructuras y la resistencia de los movimientos tradicionalistas ha cobrado fuerza, además de ser apoyados por figuras públicas como Carlos de Gales.